Desde el año 2200
a .C. se fueron alternando en el gobierno del imperio
distintas dinastías, la primera de ellas fue la dinastía Hsia y a partir de
ella se sucedieron períodos de unificación y fragmentación. En el año 221 a .C., el rey Quin Shi
Huang, fundador de la dinastía Quin, se proclamó emperador y unificó bajo su
mando toda China.
Las dinastías posteriores ampliaron los territorios y
cimentaron el esplendor de China, aunque también hubo períodos de decadencia y
de invasiones extranjeras.
La sociedad china tradicional estaba fuertemente
jerarquizada. En la cúspide social se encontraban los miembros de la familia
imperial y la poderosa clase de los mandarines, funcionarios letrados que
controlaban el gobierno. A continuación se encontraba una minoría de
comerciantes y artesanos, y, por último, el campesinado.
La cultura china alcanzó un desarrollo espectacular a partir
del siglo V a.C. El sabio Confucio predicó la necesidad de formar un grupo de
caballeros virtuosos que dirigiera el país y que sirviera de ejemplo al pueblo.
La doctrina religiosa, el taoísmo buscaba la vuelta a la sociedad agrícola
primitiva con formas de vida más naturales.
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