Hacia el 1.600.000 a.C. Homo Habilis se había extinguido. En
primer lugar había evolucionado hacia una nueva especie , Homo Erectus, cuyos
individuos presentaban mas o menos la misma corpulencia y peso que los modernos
seres humanos. Si algunos especímenes de Homo habilis subsistieron tras la
consolidación de la nueva especie, su supervivencia fue breve.
Entre 1.000.000 y 300 000 a. J.C., Homo erectus era el único
homínido existente. Y fue el primero que, en algunos casos, llegó a medir 1,80
m de estatura y se aproximó a los 70 Kg. de peso. Su cerebro era asimismo
voluminoso; en ocasiones alcanzaba un peso equivalente a las tres cuartas
partes del nuestro.
El empleo del fuego cambió por completo la vida humana. Ante
todo, procuró luz en medio de la oscuridad y calor en todo momento. Esto hizo
posible extender la actividad a la noche y al invierno, lo que revestiría
especial importancia en un período glacial, de manera que Homo erectus pudo
alcanzar regiones más frías.
Desde luego que con el fuego, por sí solo, uno se ve
condenado durante el tiempo frío a no apartarse del hogar, pero una sociedad de
cazadores podía fácilmente aprender a desollar un animal, limpiar la piel y
envolverse en ella. En este sentido, la piel animal reemplazarla el pelo que los
seres humanos hablan perdido.
El fuego también era útil como protección contra otros
animales, incluidos los más fieros. Una hoguera en el interior de una cueva o
dentro de un círculo de piedras mantendría alejados a los predadores. Podían
gruñir y merodear por las inmediaciones, pero si no se mostraban lo bastante
inteligentes como para mantenerse alejados del fuego, les bastaba con una sola
experiencia de lo que significaba su proximidad. Por lo demás, ahora Homo
erectus podía acarrear ramas encendidas para levantar la caza, provocar
estampidas y conducirla hacia las trampas o los despeñaderos.
El fuego también hizo posible cocinar el alimento, lo cual
es más importante de lo que pueda parecer. La carne es más tierna y sabrosa si
se asa. Más todavía: el fuego extermina los parásitos y bacterias, con lo que
hace más segura la ingestión de la carne. El fuego vuelve asimismo muy
comestibles los vegetales, de otro modo inútiles para la alimentación. Pruebe a
comer arroz fresco en su tallo, o cualquier cereal crudo, y comprenderá lo que
puede hacer una breve exposición al calor de una hoguera.
Por último, el fuego hizo posibles varias transformaciones
químicas de la materia inanimada, como la fundición de metales. En una palabra,
el fuego da comienzo a la primera época de relativa «alta tecnología» de la
humanidad.